sábado, 26 de julio de 2014

Diario de Sueños 5 - Cuarentena (otro de zombies)



Pues como aparentemente esto de soñar con zombies está de moda y se me da facil, y más luego de ver una película referente, aquí está éste para el diario de sueños.

Me encontraba con mi familia en un paseo, mis padres y mis hermanos pequeños. En ese momento ya sólo esperábamos el autobús que nos regresaría a casa en una gran avenida de la ciudad. Mientras esperábamos el transporte yo platicaba con mi hermano (mi hermana estaba a unos metros con mis padres). En ese momento escuchamos unos gritos y pudimos observar una gran conmoción, gente corriendo asustada por todas partes y otras personas que las atacaban.
Mi hermano y yo fuimos directo con mis padres y juntos tomamos el primer transporte que pasó para escapar de ese caos. Mucha gente tuvo la misma idea también por lo que al subir a ese camión nos quedamos de pie ya que todos los lugares se encontraban ocupados por gente muy asustada.
Justo cuando creímos que escapamos de esa locura pudimos ver atreves de las ventanas como la gente corría en las calles para escapar de sus perseguidores hasta que esos dementes se percataron de que nuestro camión estaba también lleno de gente y comenzaron a perseguirnos. Uno de ellos se pudo colgar de una ventana y de un fuerte cabezazo la atravesó y mordió a una señora manchando su impecable suéter blanco con su sangre. Esto ocasionó que el pánico se apoderara de todos a bordo con gritos y llanto, unos se querían bajar del autobús, otros luchaban con el tipo de la ventana para arrojarlo y otros querían tomar el mando del transporte para sentirse más seguros haciendo lo que ellos creían correcto. De pronto la señora de suéter blanco detuvo sus convulsiones y se puso de pie y con un impulso rabioso se lanzó a atacar a los pasajeros. De nuevo más caos.

Metros más adelante el camión que nos transportaba se volteó y si la gente ya estaba asustada eso lo empeoró todo. Pronto todos esos locos de afuera empezaron a correr hacía nosotros eso provocó que todos corrieran aterrados en diferentes direcciones para salvarse, incluyendo a mi familia, por desgracia no los pude seguir gracias a ese infierno y tuve que correr en otra dirección para salvarme.
En un instante me encontraba corriendo perseguido por tres locos en calles completamente desconocidas para mí.  Más allá, en una calle ya oscura no me sorprendía no estar cansado por aquella carrera por mi vida, lo que sí me sorprendía era que esas personas locas pudieran seguir mi paso sin cansarse impulsadas sólo por su deseo insano de morderme. Entonces me detuve para enfrentarlos y busqué a mi alrededor y en una jardinera, afortunadamente colocada junto a mí, pude obtener una cadena bastante gruesa y de un metro y medio de largo que en un extremo tenía una gran roca cilíndrica (al sujetarla en mis manos pude imaginar que la usarían de alguna manera para impedir que los carros se estacionaran en ese lugar), entonces comencé a girar esa roca por la cadena como si fuera una hélice al lado mío y como por fortuna esos locos no son muy inteligentes y aparentemente sólo los mueve el instinto de morder gente no loca como ellos, pude golpear al primero por debajo de la quijada cuando éste corrió directo a mí, el loco salió volando hacia atrás salpicando un chorro de sangre, con un giro de forma horizontal balancee la cadena sobre mi eje para golpear el segundo también en la cabeza a la altura de su oído izquierdo tumbándolo al suelo con un fuerte crujido que desprendió un nuevo chorro de sangre, para ese momento el tercer loco ya me tenía a su alcance y justo cuando hizo un movimiento para morderme lo detuve sujetando con ambas manos la cadena por su cuello impidiendo así que me alcanzara, de una patada lo arroje hacía atrás, el sujeto perdió el equilibrio y cuando estuvo en el suelo reventé su cabeza con la piedra de mi nueva y muy efectiva arma.

Al encontrarme fuera de peligro, por el momento, pude pensar un  poco que no sabía en donde estaba, había corrido sin dirección por un buen rato y regresar por el mismo lugar no parecía una muy buena opción. Comencé a caminar hacía lo que me parecieron las calles más tranquilas y silenciosas.
Durante mi recorrido sólo me encontraba a uno que otro de esos locos y fácilmente de deshacía de ellos hasta que mis pasos me condujeron a un callejón sin salida, un grupo de esos seres se encontraba bloqueando la calle delante de mí y antes de que pudiera retroceder el ruido de una explosión lejana los hizo voltear en esa dirección percatándose de mi presencia y corriendo de inmediato para morderme. Para escapar trepé por un poste a mi lado y desde su cima pude pasar por la barda de lo que parecía ser una fábrica.
De esta forma escapé de esos locos (que aparentemente no tenían la inteligencia suficiente para trepar el poste aunque acababan de ver que yo lo había hecho).

Justo el caer del otro lado de la barda una mujer de color me apuntó con su pistola dejándome entra su arma y la pared sin opción de poder usar mi rudimentaria arma en su contra. Me observó por un momento y (luego de diagnosticar que no era uno de esos locos) finalmente me preguntó que quién era yo y qué había sido esa explosión. Le dije mi nombre y que no tenía idea sobre la explosión. Le pregunté lo mismo, me dijo su nombre y que podía ir con ella. En cuanto no sentí la presión de su pistola apuntándome pude observarla mejor, otras dos pistolas en su cinturón colgaban a cada uno de sus lados, al menos tendría compañía y bien armada por el momento.
Comenzamos a recorrer esa fábrica llena de escaleras y puentes metálicos, era un tipo de fundición que parecía estar en desuso desde hace mucho tiempo.
Seguimos recorriendo el lugar para asegurarnos que estábamos seguros ahí y cuando comenzamos a creer que así era se pudo escuchar un eco metálico que recorrió todo el lugar aparentemente vacio. Guardamos silencio por un rato poniendo atención a la fuente del sonido, nada pasó. Avanzamos un poco más y volvimos a escuchar ese ruido, el choque del metal entre alguno de esos puentes o escaleras contra otro objeto, un ruido que retumbaba por todo el lugar chocando contra cada rincón amplificando ese molesto ruido amenazador. Entonces mi nueva amiga sugirió de una forma muy sutil que fuéramos al cuarto de controles a ver si encontramos algo.

Llegando ahí pudimos encender los monitores de seguridad, bueno, en realidad era sólo uno al cual le teníamos que oprimir un botón para que cambiara de cámara y nos mostrara el lugar que vigilaba. Pulsamos el botón varias veces sin mucho entusiasmo viendo sólo lugares aburridos de esa fábrica hasta que el modo aleatorio de ese aparato nos mostro algo que no nos brindó mucha seguridad. Ese pequeño monitor viejo nos estaba mostrando en oscuros colores monocromáticos la entrada trasera (o eso parecía) de la fábrica, una de esas cortinas metálicas que se enrollan hacia arriba abierta a media capacidad, la gran y pesada cadena de la cual se tiraba para subirla o bajarla se estaba meciendo en péndulo indicando que muy posiblemente no estábamos tan seguros ahí como comenzábamos a creer. Continuamos viendo la pantalla hasta que en su parte inferior un obvio movimiento llamó nuestra atención. Uno de esos locos acababa de entrar torpemente bajo la cortina de metal chocando con la cadena, y ésta el mecerse con más fuerza chocó contra la cortina provocando el eco que habíamos escuchado anteriormente.
De inmediato oprimí muy de prisa el botón del monitor para ver todos los lugares de la fábrica y en diferentes lugares de ella pudimos contemplar, con preocupación creciente a cada cambio de pantalla, que varios de esos locos se encontraban recorriendo el lugar caminando muy lentamente y formando grupos.
Los dos tuvimos la misma idea al mismo tiempo. No  podíamos quedarnos en ese lugar.

Ignoro por qué nunca me dio una de sus armas, pero ella con una pistola en cada mano, caminó frente a mí guiando el camino hacia una salida, yo mantenía colgando mi cadena con roca. Nuestro camino nos guió al primero de esos locos, ella le apuntó lentamente y yo sólo esperaba escuchar el disparo, pero nunca llegó. Entonces se volvió a mí y me dijo que su tiro haría mucho ruido, eso bastó para saber que quería que yo eliminara al sujeto.
Debo decir que el impacto entre la roca y su cráneo, su grito al morir y el ruido que hizo al estrellarse contra el barandal y al caer se compararon con el disparo que debía evitar.
Permanecimos atentos por un instante, aparte de los leves gemidos que emitía el pobre loco en su viaje a la muerte, no se escuchaba nada, pensamos que nuestro encuentro no había llamada la atención de los demás y continuamos el recorrido por esos altos pasillos metálicos. Nuestra conversación no era muy estimulante mientras tanto, apenas unas cuantas palabras que indicaban cual dirección tomar entre izquierda y derecha o alguna recomendación de entre arriba o abajo. Unos cuantos metros adelante tres de aquellos tipos nos daban la espalda, estaban en calma, como esperando un ruido o una señal que les indicara en donde encontrar a quien clavarles los dientes.
Analizando el lugar pude darme cuenta que bajo el puente en el que nos encontrábamos otro cruzaba de forma casi perpendicular a unos cuantos metros, le platiqué mi idea a mi compañera y salté al pasillo de abajo, con una seña le indiqué que saltara pero se negó, me dijo que siguiera a la salida y ella se lanzó hacía los tres locos frente a ella gritándoles como loca y disparando, al llegar al lugar donde ellos estaban ya se encontraban tirados en el suelo apenas gimiendo o muertos, de nuevo me grito que me moviera y que nos veríamos en la salida, luego salió corriendo y todos los locos de la fábrica corrieron tras ella por los diferentes puentes y pasillos. Fue la última vez que la vi. Ocasionalmente, antes de salir de esa oscura fábrica endemoniada pude escuchar algunos disparos, pero eso fue todo.
Llegué a la cortina metálica y me arrojé por debajo en un par de giros. Dos locos se encontraban en la explanada que dividía el sitio donde me encontraba y la reja principal que finalmente me sacaría de ahí. Matarlos no fue difícil con la técnica que ya lleva manejando con mi cadena.

Crucé lentamente la reja, me cercioré de que en los alrededores no hubiera más de esos locos, y decidí esperar un momento a ver si mi valiente amiga se reunía conmigo.
Minutos más tarde escuché un ruido que se aproximaba desde el fondo de una de las calles cercanas, lo primero que pude ver fue un perro blanco corriendo con su larga lengua de fuera (lo primero que pensé fue que al ya no haber personas en la ciudad, los locos tendrían que encontrar otro objetivo para morder, los perros podrían ser una opción), de pronto giró y pasó a mi lado por le reja, fui insignificante para él, pasó de largo como si no estuviera ahí, al menos ese perro no significaba peligro. Entonces concluí que ese perro escapaba de algo más y al voltear hacia la calle de nuevo pude ver a toda una jauría corriendo por mí, regresar a la fábrica no era opción y ya era muy tarde para sacarles ventaja por la calle. Y en verdad eran muchos, ni me tomé la molestia de contarlos. Comencé a girar la cadena, se dirigieron a mi ladrando salvajemente y finalmente se aventó el primero para morderme. Ese fue fácil de esquivar pero el segundo estaba muy cerca del tercero, y los demás llegaban por atrás todos juntos. Me gire y golpee al primer atacante con la roca al extremo de la cadena y entonces cuando, en instantes planeaba girar y mi estrategia ofensiva, un perro saltó por detrás de mí y me mordió el cuello, casi al mismo tiempo otro perro loco me mordió la pierna derecha, quise planear qué hacer pero entonces mi mente su puso en blanco, sólo tenía en la cabeza algo similar a una idea, pero no era una idea, era más bien como un instinto, algo muy primitivo.

Ya sólo quería morder a alguien.

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